IBN GABIROL: MISTICISMO Y LÓGICA
04.05.2022 Rafael Guardiola
¿Es necesario filosofar? ¿Todas las personas poseen una concepción del ser humano, del mundo y de Dios? ¿Todas las formas de pensar tienen el mismo valor para nuestra vida, la vida de los demás y la vida en el planeta? ¿Se puede ser filósofo y poeta? ¿Queremos ser sabios? ¿Todo es vanidad? El filósofo-poeta malagueño IbnGabirol, al que la Concejalía de Patrimonio Histórico Artístico del Excmo. Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre, en colaboración con el IES Capellanía, ha dedicado unas merecidas jornadas, celebradas en la Biblioteca Pública Municipal Antonio Garrido Moraga, construyó con las herramientas de la filosofía y la poesía, hace mil años, el primer tratado de metafísica escrito en España (su Fons Vitae) y convirtió lo particular en universal, examinando las relaciones existentes entre la filosofía, la poesía, la religión y la ciencia. Es, por derecho propio, un intelectual sefardí, malagueño y universal de una gran proyección, a pesar de sus raíces medievales. Históricamente fue bien valorado por el mundo cristiano, al que se creyó pertenecía –conocido en este círculo como Avicebrón- hasta bien entrado el siglo XIX. Hizo preguntas y dio respuestas que no han perdido valor con el paso del tiempo.
Tras la lúcida jornada de presentación, a cargo del profesor Sebastián Gámez Millán (coordinador de este ciclo),quien exploró las múltiples dimensiones de la obra de IbnGabirol y profundizó en su antropología de corte existencialista y en sus notables influencias en el pensamiento occidental, ofrezco aquí mi acercamiento al malagueño reflexionando sobre el papel que juegan las preguntas y las respuestas en nuestra existencia mortal, con un juego de propuestas que habrían sido del agrado de la filósofa de Vélez, María Zambrano.
No en vano, en la colección de máximas morales y sentencias educativas que reunió bajo el título La selección de perlas afirma IbnGabirol: “las preguntas del sabio son la mitad de la sabiduría”. La otra mitad corresponde a sus preguntas. Investiga y ama es el acertado lema del autor de La fuente de la vida y nos pone en la pista de una dualidad recurrente en algunos protagonistas de la historia del pensamiento occidental: por un lado, la investigación teórica –filosófica y científica-; por el otro, lo que no se deja atrapar por la racionalidadtecnocientífica, pero resulta ser lo más importante (“lo místico”, diría Wittgenstein) y aparece en escena en el contexto de la racionalidad práctica y el horizonte de “lo que nos cabe esperar”, en términos kantianos. En IbnGabirol, la dualidad semanifiesta incluso en el lenguaje natural que emplea. Cuando “investiga”, echa mano del árabe y de una sofisticada versión de la lógica aristotélica; cuando “ama” (o cuando “sufre” o bien celebra la vida) recurre a la fuerza de los versos en lengua hebrea. Porque para el pensamiento judío la palabra es reveladora y creadora (por eso los libros sapienciales de la Biblia hebraica –los que se conforman el “Pentateuco”-están escritos en verso y la sabiduría que atesoran los profetas encuentra su vehículo de expresión en el lenguaje poético) y si queremos “hacer mundos” tendremos que usar la lengua que habla Yahvé.
Para Kafka, como explica el filósofo español Santiago Alba Rico en su libro imprescindible Leer con niños, la vida es un enigma del que hemos olvidado la clave. Por el contrario, los libros son las claves cuyo enigma no hemos localizado todavía. La vida se concibe como una especie de cuaderno de ejercicios en el que se plantean preguntas, enigmas que debemos “investigar” al modo de IbnGabirol, aunque no sea en árabe. Hemos olvidado la respuesta y nos sentimos desorientados. Curiosamente, la literatura –la poesía en el caso de IbnGabirol- es una feliz acumulación de soluciones concretas, de respuestas que nos suscitan placer y conocimiento, aunque hayamos olvidado los enigmas originarios. Por cierto, el malagueño resuelve la tensión de la dualidad enunciada, facilitando la aparición de una razón poética en un largo poema de madurez que lleva por título Corona Real (KéterMalkut).
En cualquier caso, para Immanuel Kantla metafísica, la concepción que tenemos sobre “lo real” (sobre el ser humano, el mundo extramental y Dios) es una tendencia ineludible a nuestra condición, una necesidad radical, aunque no tenga el pedigrí de la ciencia. Todos poseemos una filosofía y, como parte de ella, una metafísica y, gracias a ella, podemos vencer el estado de desorientación que nos caracteriza. Pero, como afirma el ilustre filósofo de la ciencia Karl Popper y tantos otros, no todas las metafísicas son correctas. Hay, incluso, concepciones de la realidad que hacen que nos precipitemos a los peores infiernos de violencia y barbarie como los que generan guerras como las de Ucrania, Siria o Yemen. Aunque tal vez esté mal que yo lo diga, la labor crítica de la filosofía debe tener por ello un lugar en los sistemas educativos.
Por otra parte, la de IbnGabirol es una metafísica edificada sobre el misticismo judío y su concepto de creación, el emanatismo de Plotino, y casi por igual, las filosofías de Platón y Aristóteles. Y es tan sólida que elude la referencia a los testimonios de la fe y de la religión y prescinde incluso del neoplatonismo para subrayar, como Aristóteles, que el universo es un organismo donde los cuerpos y los espíritus no se diferencian por su naturaleza, dado que están constituidos por materia y forma: su diferencia es de grado. Tuvo la osadía de afirmar que la materia está presente incluso en las sustancias espirituales y que Dios está en todas las cosas. Además, a diferencia de sabios cristianos como Tomás de Aquino, está empeñado en destacar que el universo no es el producto del pensamiento divino sino de la voluntad del creador, por lo que la creación se realiza gracias a la libertad del ser supremo, a su deseo de hacer que aparezca la multiplicidad sensible desde su unidad trascendente.
Para Arthur Schopenhauer, uno de los herederos de Kant, es preciso superar la lacra del egoísmo.Este último resuena en nuestro tiempo como legado del pensamiento posmoderno, fabricado con los mimbres del infantilismo y el victimismo reinantes. La enfermedad de la inocencia nos condena a la irresponsabilidad perpetua, a la sacralización del relativismo más extremo e incluso a la crisis del ideal democrático y de las instituciones que han garantizado hasta el momento el orden internacional. Con objeto de que el ser humano se libere de la tiranía que impone el yo, Schopenhauer nos propone tres vías: el ascetismo, la compasión y la estética. La mística es una de los caminos que explora el pensamiento de IbnGabirol, como he comentado anteriormente. En IbnGabirol el misticismo permite el acceso a una vida nueva, a la vida buena, no es simple “mistificación”, una huida o evasión desaliñada de la vida. Por cierto, ¿qué valor puede tener el pensamiento místico en la actualidad? ¿Se trata de un pensamiento esencialmente conservador?
La compasión, ese noble sentimiento que nos impulsa a ocuparnos de los demásporque tenemos noticia de que son infelices, aunque no los conozcamos, es lo que los cristianos llaman “amor al prójimo” y lo que persiguen con ahínco estoicos y budistas, al superar ese amor posesivo que surge del apego (como sucede en el enamoramiento) y que nos aboca a terribles sufrimientos. La poesía de IbnGabirol subraya nuestra insignificancia frente al creador pero nos recuerda la consigna de amar al prójimo como a uno mismo.
La compasión, al igual que el ejercicio físico razonable y el placer sexual, genera endorfinas, nos proporciona bienestar, pero perseguimos algo más: la salvación. Y para ello necesitamos elevar nuestros niveles de serotonina. Por este motivo Schopenhauer afirma que la lucha más eficaz frente al egoísmo viene de la mano de la estética, de la experiencia desinteresada y plurisensorial que brota de la naturaleza y, sobre todo, del arte. Aunque seamos un conglomerado de pasiones inútiles, podemos perseguir el ideal de una sabiduría silenciosa gracias a versos como los de IbnGabirol. Tal vez podamos ver el mundo como un milagro, sea religioso o laico, desde arriba, desde la perspectiva de la eternidad e instalados firmemente en el presente.